01 julio, 2009

LA OIT Y LA NECESIDAD DE GLOBALIZAR EL SOCIALISMO


Por: Jesús Silva R.

La crisis mundial ha demostrado que los pronunciamientos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y sus instrumentos jurídicos fundamentales sobre libertad sindical, negociación colectiva y por la abolición del trabajo forzoso, trabajo infantil y discriminación en el empleo y en la ocupación son insuficientes para superar los conflictos laborales del mundo actual. Sin embargo, la historia se repite ya que este año, al igual que los anteriores, numerosas delegaciones asistieron a la célebre conferencia de la OIT solo para defenderse de las calumnias preparadas por las élites de los países ricos, sin que surgiera del movimiento proletario (especialmente del tercer mundo) ningún atrevimiento ideológico capaz de romper el predominio tradicional de los factores burgueses en los debates de esa tribuna.

El pueblo venezolano demanda mayor vigorosidad clasista y eficacia política en su dirigencia sindical dentro y fuera de nuestras fronteras, por estar nuestro país a la vanguardia de los procesos de independencia y soberanía a escala global. De allí que resulte especialmente inquietante que en aquel glamoroso escenario de Ginebra (conocido por seducir a sindicalistas vacilantes y hacerlos pactar con fuerzas reformistas), no se ventilaran protestas rotundas contra las leyes xenofóbicas diseñadas en EEUU y Europa para criminalizar la inmigración de nuestros hermanos trabajadores del África, Asia y América Latina, a quienes se les trata como vulgares extranjeros indocumentados bajo la amenaza de represalias penales, a la vez que su fuerza de trabajo es explotada ilegalmente. En futuros escenarios internacionales, necesariamente deberemos denunciar la traición del Gobierno yanqui contra la clase obrera estadounidense, pues la estatización de bancos e industrias ha sido aplicada como política favorable a la burguesía, a espaldas de las desamparadas mayorías. Notoria ha sido la reinserción de los oligarcas gringos en las juntas públicas que hoy administran las empresas quebradas, resultando predecible que el desorden económico persistirá ahora con más dinero de los ciudadanos.

Urge reflexionar de forma autocrítica que toda vanguardia obrera que actúe seriamente tiene que desarrollar una identidad propia y permanecer autónoma frente al empresariado y al gobierno. Desde la fábrica, debe procurar que la infame experiencia gringa no sea reproducida en nuestra patria, ya que la estatización de los medios de producción no significa implícitamente la socialización. Véase que estatizar consiste en reemplazar a los dueños privados por burócratas públicos (Capitalismo de Estado), mientras que socializar implica hacer valer los derechos de los trabajadores como legítimos productores e implantar la justicia social en las relaciones de producción y trabajo dentro de la empresa; de modo que los obreros dejen de ser los eternos esclavos asalariados y asuman el control colectivo del proceso productivo así como la distribución equitativa de las riquezas para beneficio de toda la sociedad. Luchamos por construir una dirección obrera revolucionaria que le haga saber al mundo que las viejas ideas de la OIT sobre democratizar la globalización han fracasado y que la única vía para erradicar la miseria es: Globalizar el Socialismo.

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