Jesús Silva R.
Carta abierta al Gobernador del Estado Carabobo, Rafael
Lacava, de parte de un chavista de a pie. Pocos hombres en Venezuela podrán
hablar desde tan elevado pedestal, quien suscribe lo hace desde “la autoridad del fracaso”. Por diez años fue manantial inagotable
de doctrina constitucional en el país pero a fuerza de tuitazos y la simulación
de un hecho punible, un apóstol del Derecho fue vetado de por vida y sin debido
proceso. ¿Reviven los cadáveres políticos? Muy difícil. Aunque por ahí anda
Claudio Fermín, cuasi candidato presidencial.
Los enemigos se unen, cual molécula de proteína cubierta por
una capa de grasa (coronavirus), así los propagandistas, los mitómanos y los envidiosos
de diverso color forman su molecular frente amplio para asesinar moralmente a las luciérnagas revolucionarias porque la luz estorba
demasiado. Otra vez denuncias no comprobadas pululan en redes sociales, ahora
agrediendo a un personaje que es referencia nacional de gobernador eficiente,
tanto para chavistas como para opositores, lo último les da más rabia.
Sobre los pseudo tribunales de Twitter, sabe mucho el
constitucionalista que ya fue “condenado” más de diez veces sin derecho a la
defensa. En política, peor que tener enemigos,
es que los “amigos” no se manifiesten contra los atropellos. Este
insignificante estudioso de las leyes da un paso al frente y condena la
difamación contra el líder de Carabobo así como cualquier otro venezolano del
signo político que sea, porque de eso se trata el artículo 49 de la Carta
Magna: presunción de inocencia (válida para
todos, no sólo para los compinches).
La “dracu-gestión” regional
es una amenaza inusual y extraordinaria contra burócratas flojos pero más aun contra quienes conciben
el poder como bálsamo para masajear su propio ego. Con frecuencia este
gobernador aparece en videos virales resolviendo problemas “codo a codo” con
los pobres y ello crea una sensación de eficacia gubernamental que alegra a millones
de compatriotas. La gente dice: “Y si
éste fuera como Lacava”. Pero lamentablemente ciertas aristocracias
interpretan ese estilo mediático como la proyección nacional de la marca
“Lacava” y algunos planifican descabezar a la luciérnaga, aunque su vuelo extravagante
beneficie al pueblo.
Baila reggaetón, hace
morisquetas, juega fútbol, funda discoteca, usa ropa juvenil pero lo más importante es que
muestra obras y Miraflores le da ranking al autorizarlo para dialogar con
Washington (rojo que vaya para allá sin ser ungido, queda satanizado, así haya
ido únicamente a estudiar, de eso habla la experiencia propia). En resumen, Lacava encarna un nuevo modelo de chavista carismático
y “solucionador de problemas” que la población quisiera que se multiplicara. Pero
para los intolerantes, es egocéntrico y tiene aspiración presidencial, por lo
tanto hay que “rebajarle el copete” como sea. Todo vale.
El chavismo es un enorme mosaico, el día y la noche conviven
en él. Si el brillo de un huérfano político
transciende a nivel nacional, en televisión o en trending topic, crecen los riesgos
de atentados y falsos positivos. Generalmente comienzan en la plataforma
electrónica del pajarito azul con hashtags muy agresivos que exigen la crucifixión
sin comprobar la presunta falta. En
paralelo se perpetra el veto implacable en los medios. La cacería de brujas
se perfecciona si del entorno íntimo de la figura pública, los enemigos logran
reclutar a un colaborador o testigo estrella que será la mascota utilizada para
acelerar la lapidación en plaza pública y al fin lograr lo que mediante
competencia honesta nunca pudieron: sacar
al personaje del espectro político y mediático.
Desde su sarcófago político, esta momia de Tutankamon
resignada mansamente al ostracismo y al riego de un conuco en una apartada
montaña, sin mínimo deseo de volver a ocupar
posiciones que ya ocupó, le aconseja al camarada Lacava: 1) No bajar el
perfil político ni recortar las apariciones mediáticas siempre que ellas estén
justificadas por el servicio al pueblo. 2) Continuar afanosamente la buena gerencia
administrativa que le caracteriza como gobernador, sin remordimientos, porque
luciérnaga que brilla no opaca a las demás. 3) Poner sus barbas en remojo frente a conspiradores, traidores
internos y mentirosos que tanto envenenan a la dirigencia. 4) Seguir oyendo
temas de Bad Bunny porque un revolucionario jamás puede privarse de tener
personalidad propia. Otros oyen a Alí Primera, otros oímos a Michael Jackson.
Se despide respetuosamente, un amigo ex
famoso a quien el sanedrín no lo empujará a la derecha.