Jesús Silva R.
La Unión Europea hizo aprobar su Tratado de Lisboa mediante elecciones de segundo grado (con votos del parlamento europeo), tras el rechazo sufrido en comicios de primer grado (con votos de los ciudadanos europeos a través de plebiscitos efectuados en cada país).
Es un fraude común del mundo occidental (cuya referencia universal son EEUU y las grandes potencias europeas) usar las elecciones con una doble moral: Las presentan como remedio mágico pero las organizan para que solo puedan ganar los ricos.
Allá las elecciones son un gran evento televisivo, con aparatos millonarios de propaganda. Es decir, en ese mundo donde las carreteras no tienen huecos y se producen abundantes bienes y servicios, las democracias viven al servicio del gran capital.
No veremos en EEUU, Alemania, Francia o Reino Unido (derecha inglesa acaba de ganar las elecciones) que suceda un accidente político donde un individuo inspirado en ideas de justicia social, irrumpa en la escena pública y se gane el respaldo popular. En esos países el sistema político está acoplado para no permitir que surja un outsider, o sea, un sujeto no controlado por los poderosos del país. Las pocas y focalizadas victorias izquierdistas que acontecen son las toleradas por el régimen capitalista para decirle al mundo que aceptan tener una oposición democrática.
Frente al despotismo del mundo occidental, donde solo banqueros y empresarios (o sus testaferros) ganan las elecciones importantes y no se registran excepciones como la victoria presidencial de un revolucionario, anti capitalista, anti neoliberal y anti imperialista como Hugo Chávez. Por ello América Latina debe diferenciarse positivamente promoviendo más democracia, más participación directa del pueblo y dar impulso progresivo a los mecanismos idóneos para el ejercicio total de la soberanía