Jesús Silva R.
El Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) ha celebrado el pasado 20 de julio, un proceso electoral donde las bases militantes escogieron un importante número de delegados que participarán en el III Congreso de esta tolda política.
Muchos plantean se contradijo ese evento democrático cuando paralelamente se designó un número superior de "delegados natos", es decir, dirigentes que no fueron elegidos por las bases sino ungidos por la Dirección Nacional del PSUV.
Pareciera no estar muy claro el criterio aplicado para que un militante sea delegado nato, a primera vista es una categoría reservada para quienes ocupan altos cargos en el poder público o dentro del propio PSUV. Se trataría de un mecanismo de protección para que los cuadros experimentados del PSUV no queden fuera de la estructura, a consecuencia de un accidente electoral o de la cambiante popularidad del mundo político.
En otros partidos existe esta figura, cuya lógica pareciera fundamentarse en un reconocimiento a la jerarquía del dirigente y también evitar que en un escenario de euforia democrática, resulten electos una mayoría de "paracaidistas" o lo que es peor: enemigos, contrarrevolucionarios o saboteadores que logren seducir al universo de votantes para apoderarse de la dirección partidista.
Sin embargo ¿acaso la cooptación o la designación de "delegados natos", elimina el riesgo de que por esa vía se infiltren los peores contrarrevolucionarios?
Determinar si una asamblea plenaria de militantes de base tiene menos sabiduría política que una cúpula de altos dirigentes, podría conducirnos a una discusión interminable. Pero el punto clave es precisar qué es lo democrático, la consulta amplia o la consulta restringida.
En fin, tal vez sea por estas controversiales normas que los jefes de partido en Venezuela duren demasiados años, tanto en izquierda como en derecha. AD ha sido ejemplo dramático en materia de "delegados natos" que luego degeneran en jefes vitalicios, tanto que era costumbre ver morir a un secretario general en ejercicio del cargo, a menos que fuera apartado mediante una resonante trompada estatutaria como ocurrió con Luís Alfaro Ucero, el ex caudillo adeco. No creo que las bases del PSUV deseen uno o más "Alfaros" dentro de su organización. Yo no lo recomiendo.
Creo que la maduración y la reflexión política en el PSUV permitirá reducir la cantidad de "delegados natos" y extender el número de delegados electos libremente, hasta llegar a un escenario de "seguridad política" o fortaleza ideológica multiplicada en toda la militancia, que hará posible la elección confiable del total de delegados por la base y así cumplir con lo establecido constitucionalmente en materia de partidos políticos, a saber, artículos 63 y 67 de la Carta Magna, esto es: Elecciones libres, directas, universales y secretas en todos los partidos para escoger a sus directivos y candidatos a cargos de elección popular.
Aunque falte por profundizar la democracia revolucionaria, creo que el PSUV apunta en la dirección correcta al haber celebrado estas elecciones internas, muy a pesar de sus peculiaridades. Otros partidos deberían poner sus barbas en remojo y seguir este ejemplo. Quien esté libre de pecado, que lance la primera piedra.