Jesús Silva R.
El erotismo es una
manifestación de las personas que no proviene de la naturaleza sino de la
industria, es decir, Adán y Eva (si de verdad existieron) eran originalmente
sexuales (porque nacieron con la aptitud para realizar actos sexuales) y
reproductivos (tenían capacidad de engendrar nueva vida mediante la unión de
hombre y mujeres), pero no eran eróticos.
El erotismo es un
adorno creado alrededor de la sexualidad humana, es un conjunto de actos,
ritos, ceremonias que transmiten sensaciones de placer sexual en dosis
moderadas y otras veces poderosas. El erotismo es también una forma disimulada
de hacernos pensar en sexo las 24 horas y estar listos para consumir lo que la
industria del sexo nos ofrezca.
Cuando crecemos en
una sociedad erótica, el sexo adquiere un poder sobrenatural en nuestras vidas
porque ha sido instalado en nuestro subconsciente colectivo a lo largo de
generaciones. Se convierte en un bien apreciable en dinero dentro de la
sociedad mercantilista, es también arma política de negociación y el gancho
perfecto para la publicidad.
Como en toda
industria basada en acumulación de capital, con el erotismo hay gente que gana
mucho dinero (propietarios y empresarios) y otra gente que pone su cuerpo
(fuerza humana de trabajo) y no gana tanto como las divas, vedettes y modelos
que proyectan las fantasías en TV, revistas, la web, y que hacen mujeres y
sobre todo hombres comprar billetes de loterías, botellas de whisky, cerveza, y
demás productos.
Norkys Batista tiene
pleno derecho Constitucional a interpretar el erotismo como su forma de hacer
arte y obtener lucro, siempre que dicha actividad no choque con el derecho de
niños, niñas y adolescentes (así como el de sus padres, madres y tutores) a
disfrutar de ambientes familiares que estén exentos de estos atractivos
espectáculos, fundamentalmente porque el interés superior de estos últimos
prevalece por encima de los intereses de adultos (incluyendo su libertad de
expresión y el derecho al trabajo).
Bien puede esta
respetable actriz desarrollar su actividad en otros espacios, más allá de que
la estética de su obra teatral sea erótica o no, e incluso que muchos pretendan
calificarla como pornografía, lo cual es la exhibición de actos de acceso
carnal propiamente dichos, que deben observar los límites de la Constitución y
la ley.
Nunca he visto una
obra de la señora Batista, sin embargo a través de la TV he podido constatar
que es una mujer hermosa que representa a la afrodescendencia y sobre todo al
mestizaje de las bellas venezolanas de nuestro país. Sería interesante que
cesara en la beligerancia y prejuicios que expresa públicamente hacia el
Gobierno Nacional y los chavistas que de ninguna manera han afectado sus
derechos constitucionales.
Tengo fundadas
sospechas de que la industria del entretenimiento (empresas privadas) explota
su cuerpo excesivamente al punto de crear un estereotipo de objeto sexual que
no toma en cuenta la varias formas de talento de esta dama y los aportes
artísticos que pudiera hacer en teatro, novelas, etc.
El sólo nombre de su
obra "orgasmos" es una invitación al erotismo y al sexo, tal cosa no
es necesariamente mala, aunque no sea presentable en todos los lugares ni ante
todo tipo de espectadores. Muchos hombres heterosexuales, casados (e inclusive
nuestras señoras esposas) desearíamos que no fuera ese su único argumento para
ir a ver su presentación.
Tal vez si probara
suerte en el drama o en la comedia, muchas puertas se le abrirían, porque en
definitiva, hombres y mujeres no somos solamente sexo; hay muchos más bienes
espirituales que compartir y disfrutar en el universo de las artes y la
cultura.
Ojalá que los
explotadores no la usen como cono de su campaña política de desprecio a la
clase popular, porque su piel morena y su origen social humilde se aproxima más
a la propuesta de país solidario que ella abiertamente condena con respaldo de
prensa, radio y televisión del bloque antichavista.
Ojalá sus patronos le
garanticen prestaciones sociales y una jubilación digna para cuando esta
venezolana entre a un ciclo de vida, donde el cruel mercado del espectáculo y
la farándula ya no le dará cabida como el símbolo sexual que hoy presentan.
Basta de falsos profetas que se dedican a utilizar a los incautos y a las
incautas.