28 octubre, 2012

DESDE ARAGUA, CARTA ABIERTA A TARECK EL AISSAMI


Por: Jesús Silva R.

Un nuevo candidato a la gobernación de Aragua ha sido designado por el presidente Hugo Chávez y los hijos de esta región renovamos nuestras esperanzas de que esta decisión permita la profundización de la inclusión social, el poder popular, los consejos comunales, las misiones y el socialismo con eficacia y eficiencia en esta sufrida entidad del centro del país.

Aunque en comparación a las elecciones presidenciales del 2006, la votación chavista ha bajado alrededor de diez por ciento en el 2012, la Revolución Bolivariana sigue siendo mayoría por un sólido margen. De allí que para recuperar y ampliar nuestra ventaja, para rescatar a Aragua y convertirla en el estado vanguardia de la industrialización socialista, será fundamental reabrir los canales de participación a la clase popular en la estructura del partido, las asambleas abiertas, la interpelación directa con las bases sociales que a pesar de los maltratos de la dirigencia extraviada, siguen fieles al liderazgo Hugo Chávez como desde aquel 4 de febrero de 1992.

El regreso de la gente a la vida activa del PSUV de Aragua, la reactivación del polo patriótico con las bases de los movimientos (no con sus caudillos) la convocatoria amplia a los frentes sociales, consejos comunales, comunidades organizadas, sindicatos de base, estudiantes, amas de casa, trabajadores informales, técnicos, profesionales e intelectuales revolucionarios debe ser el emblema de la renovación y el relanzamiento en la política chavista para los aragüeños.

Para muchos revolucionarios que no ocupamos ningún cargo burocrático ni posición de poder, la traición y el aburguesamiento de un dirigente bolivariano nos resulta más decepcionante y dolorosa que cualquier conducta nociva de un gobernante adeco, copeyano, de Primero Justicia o sus semejantes.

Que esta nueva campaña revolucionaria convoque a tantos chavistas que se han sentido marginados en los últimos años. Que los números electorales nos sirvan como alerta para no seguir entregándole espacios a la contrarrevolución mediante prácticas discriminatorias y funcionarios arrogantes que se ocultan tras una guayabera roja o quienes llevan falsamente la foto del Che Guevara en su pecho.

Las derrotas electorales que el Chavismo ha sufrido en Maracay en 2010 (parlamentarias) y en 2012 (presidenciales) nos obligan a la revisión, la rectificación y el reimpulso en una ciudad donde hasta hace muy poco el Chavismo era una fuerza mayoritaria imbatible y hoy es minoría. Hace falta voluntad política para cambios radicales y un nuevo liderazgo en nuestra adolorida ciudad donde tanto se ha retrocedido.

Por tal razón, urge recordar que la política del socialismo del siglo XXI, debe hacerse prioritariamente con los trabajadores, no con los empresarios; se deben crear escuelas, módulos de Barrio Adentro, comedores populares pero no consorcios capitalistas con fachada bolivariana. Necesario es promover más oportunidades para el trabajo asociativo y autogestionario, la propiedad social, el apoyo crediticio al mediano y pequeño emprendedor pero no fortalecer a la burguesía local, la banca especulativa, los grandes contratistas privados, ni establecer groseras alianzas con magnates que siempre han sido enemigos del pueblo y patronos explotadores de la clase popular.

El primer deber de un revolucionario es no parecerse a su enemigo burgués, no se puede hablar de socialismo fundando nuevas elites que excluyan a las grandes mayorías, ni rodeándose de poderosos comerciantes que lucran con la institucionalidad bolivariana, ni publicistas que confunden el mercadeo con la política al servicio de los humildes.

No dejarse rodear por los sectores habilidosos y oportunistas del gran capital, será vital para el gobernante que viva realmente comprometido con su pueblo e impulse el socialismo bolivariano en concordancia con la gestión humanista y reivindicativa de Hugo Chávez. Para desarrollar la justicia social, lo esencial es la convicción revolucionaria de los hombres y las mujeres, lo cual trasciende barreras de etnia, raza y religión.

Los socialistas somos radicalmente internacionalistas, creemos en la importancia de hacer la revolución en cualquier parte del mundo y que gente de cualquier continente pueda también brindarnos valiosos aportes al proceso de cambio que vive Venezuela. La tradición antiimperialista y revolucionaria de los pueblos árabes es categórica y respetable, por eso Aragua recibirá a un descendiente de esas latitudes con los brazos abiertos por la prioritaria razón de ser un servidor del pueblo en quien Hugo Chávez, nuestro máximo líder político y moral, ha depositado su confianza.