Por: Jesús Silva R.
La feroz campaña de rumores que se ha iniciado en 2012 desde el bloque oposicionista a partir de la reciente reorganización efectuada en las directivas de la Asamblea Nacional y del Partido Socialista Unido de Venezuela, llama significativamente la atención, sobre todo por tratarse de un año de elección presidencial donde la propaganda difamatoria será un arma fundamental de los sectores radicales de la oposición nacional y extranjera.
En ese contexto, esta tóxica operación mediática intenta hoy revivir aquellas viejas matrices de opinión que nunca han podido ser comprobadas, verbigracia la existencia de una supuesta derecha endógena (nueva burguesía) encabezada por altas personalidades del Poder Público Nacional así como una corriente militarista que aspira implantar el hipotético "Chavismo sin Chávez" y el capitalismo de Estado.
Es evidente que los infundios de la oligarquía pretenden menoscabar la confianza del pueblo en los más cercanos colaboradores del Presidente Hugo Chávez y así fomentar fraccionalismos y divisiones internas que pongan en riesgo la fortaleza del proceso bolivariano cuya ratificación está planteada el próximo 7 de octubre.
No es nuevo que ataques contra la reputación de líderes revolucionarios formen parte de la agenda de los capitalistas y sus medios de comunicación usados para mentir, estimular el odio contra personas honorables, culpar a inocentes, absolver a culpables, promover desprestigio y desestabilizar gobiernos democráticos.
De la burguesía, sólo el silencio debe preocuparnos, pues mal puede suponerse en ella un interés benigno de denunciar a los verdaderos traidores del socialismo. Por ello no fue casualidad en el Chile de 1973, el silencio de los enemigos del Presidente Allende cuando ingenuamente designó como Ministro de Defensa al fascista Pinochet.