Jesús Silva R.
Hay una enorme brecha entre Estado, Nación y Patria. Mientras el Estado es la conformación jurídico-constitucional de territorio, pueblo y gobierno; la nación es una integración social más compleja basada principalmente en cultura, etnia, religión, lengua e historia de un pueblo; de allí que existan naciones divididas en dos Estados por motivos bélicos como las Coreas (norte y sur) y hasta el siglo pasado, Alemania (la federal y la democrática) entre otras.
Históricamente las diferencias nacionales al interior de un Estado han sido aprovechadas por sus enemigos, verbigracia, la malograda Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (1922-1991) cuya alianza de 15 heterogéneas naciones fue destruida por la acción coordinada de la corrupta élite de la Perestroika y el Tío Sam, propiciando así un nuevo escenario de pretendida hegemonía imperialista.
Examinando los regímenes constitucionales del mundo y el intento de establecer la felicidad social, vemos que cuando la nación adopta la forma de Estado Republicano es porque en teoría ha logrado su independencia frente a poderes extranjeros; sin embargo dentro de su propio pueblo la meta de la igualdad suele permanecer inconclusa.
Por ello luchamos por la Patria , un régimen donde se ha impuesto la soberanía popular, pues la supremacía política y económica pertenece a la mayoría social y la infausta burguesía que gobierna en las democracias liberales ha sido derrocada definitivamente. En resumidas cuentas, sólo hay Patria cuando se instaura el auténtico protagonismo de la clase popular.