Por: Jesús Silva R.
Con 20 años en el marxismo leninismo, sostengo que el partido revolucionario está siempre obligado a demostrar con la acción, su lealtad a la doctrina. No es un ente abstracto e inmaculado frente al hacer de sus miembros, puede corroerse con la sumisión del militante y mucho más con el disfraz del dirigente.
El partido, inevitablemente conducido por humanos, puede en una etapa cumplir fines revolucionarios, y en otra, extraviarse fatalmente. Contra vetos, infundios y divisiones, advertimos que el auge y la depravación son realidades dialécticas y factibles en todas las instituciones.
De allí que al iniciar el siglo XX, hubo un partido comunista (el más talentoso de la historia) que guió por generaciones al pueblo soviético, con desarrollo socioeconómico, político y cultural. Pero no es menos cierto que a finales de la era, fue otro partido, secuestrado por una cúpula inescrupulosa, el que con iguales siglas y fraseología, llevó a
Hoy, con responsabilidad ante el pueblo, asumimos la militancia unitaria que más nos vincula con los explotados del siglo XXI y que más ayuda al actual proceso. Sabemos que entramos a un escenario más amplio y complejo, pero es el fiel reflejo de la sociedad en lucha de clases y cobarde sería eludirlo.
Ahora nada nos impedirá masificar nuestra política clasista y antiimperialista. La historia se mueve y nos convoca. La vida es demasiado corta para ser pequeños.
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